En cuestión de unos años, los gigantes del comercio electrónico han convertido en algo habitual la entrega al día siguiente, o incluso en menos de dos horas en zonas urbanas. Sin embargo, para la mayor parte de los distribuidores, esto requiere demasiados gastos y a menudo es imposible de cumplir.
Esto les ha llevado a rediseñar sus esquemas logísticos, utilizando como centros de distribución todos los emplazamientos donde cuentan con existencias, ya sean almacenes, plataformas o incluso las instalaciones de sus proveedores, para poder realizar entregas en plazos muy cortos, tanto en los centros de las ciudades como en puntos de venta.
Al mismo tiempo, las tiendas físicas asisten a un descenso significativo de su cifra de negocio por un cliente seducido por la variedad que ofrece el e-commerce y la posibilidad de realizar la compra en cualquier momento. Sin embargo, dada su proximidad, lo tienen más fácil para ofrecer al comprador en plazos cortos y a menor precio un mayor número de referencias, según explican desde Hardis Group.